La Reingeniería en la UAS: un pacto entre gobierno y la universidad.
Fernanda Montes Romo.
La propuesta de Reingeniería Integral presentada por el rector de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS), doctor Jesús Madueña Molina, no es un asunto local ni mucho menos un tema particular. Se trata de una política educativa nacional que responde al mandato de la presidenta de la República, Claudia Sheinbaum, y que encuentra en el gobernador Rubén Rocha Moya un aliado decidido para aterrizar en el estado este nuevo paradigma: privilegiar primero a los estudiantes, a los que menos tienen, por ello se busca garantizar becas del Bienestar, y fortalecer a proyectos de nación como las Universidades Benito Juárez y la Universidad Rosario Castellanos, que amplían la cobertura educativa en las regiones más marginadas. Desde luego, sin descuidar a las Universidades públicas estatales con autonomía y buscando esquemas que las hagan viables con la visión de la cuarta transformación.
El día de hoy, durante la visita de la presidenta a Sinaloa, la triple alianza quedó de manifiesto. Tanto Claudia Sheinbaum como el gobernador Rocha Moya ratificaron públicamente su apoyo al rector Jesús Madueña y a la UAS. Lo que se presenció fue más que un acto protocolario: se configuró lo que ya muchos llaman un gran pacto por la universidad, un compromiso de unidad entre el gobierno federal, el gobierno estatal y la institución para garantizar su viabilidad financiera, fortalecer su autonomía responsable y asegurar su futuro.

El mensaje no admite confusión: la autonomía universitaria se respeta plenamente, pero autonomía también significa responsabilidad. El gobierno federal y el estatal han cumplido con asignar y entregar los presupuestos ordinarios en tiempo y forma. Corresponde ahora a las universidades ejercer esa autonomía con disciplina financiera y mecanismos internos que permitan mantener sus prestaciones y al mismo tiempo garantizar la continuidad de su labor sustantiva en la docencia, la investigación y la extensión.
La directriz es clara: aquellas universidades que no muestren voluntad y no implementen medidas de viabilidad financiera dentro de su propia autonomía no serán objeto de rescates financieros extraordinarios. El precedente legal es contundente: la Suprema Corte de Justicia, a través del proyecto de la ministra Lenia Batres, resolvió el caso de la Universidad Autónoma de Nayarit, avalando la obligación de los jubilados de aportar parte de su pensión al fondo universitario, al tratarse de una prestación extra legal justificada por la viabilidad financiera de la institución.
En este contexto, la Reingeniería Integral en la UAS no puede verse como una ocurrencia del rector, sino como el resultado de asumir políticas públicas nacionales en materia de educación. Lo que hoy se ratificó en Sinaloa es que este proceso cuenta con todo el respaldo del gobierno federal y del gobierno estatal, en una alianza histórica que coloca en el centro a la universidad como patrimonio del pueblo sinaloense y como motor de movilidad social.

Por eso sorprende y preocupa la actitud de ciertos sectores al interiorde la casa de estudios, que teniendo derechos a seguridad social, doble jubilación sin aportación alguna, con irresponsabilidad buscan confundir a la comunidad universitaria y a la sociedad, reduciendo un tema de Estado a un pleito administrativo o político. Más preocupante aún, cuando se dicen ser de izquierda pero al tener la oportunidad de ayudar a los demás, actúan como la derecha.
No es el rector contra los opositores: es la educación pública contra el colapso. Y quienes sabiendo la verdad optan por el divisionismo, cargan con la responsabilidad de poner en riesgo no solo la estabilidad de miles de trabajadores, sino el derecho a la educación de decenas de miles de jóvenes.
Hoy, la visita de la presidenta Claudia Sheinbaum a Sinaloa y el respaldo explícito de Rocha Moya al rector Madueña, son el punto de partida de un gran pacto por la universidad: un pacto que obliga a la comunidad universitaria a cerrar filas, a mirar más allá de intereses personales o grupales, y a entender que lo que está en juego es la supervivencia misma de un modelo educativo que ha sido referente nacional.

La UAS tiene ante sí la oportunidad de marcar la diferencia, de demostrar que la autonomía universitaria se ejerce con responsabilidad y visión de futuro. Y la historia sabrá reconocer a quienes tengan el valor de sostener este proceso, como también señalará a los que, desde el egoísmo o el cálculo político, pretendan frenarlo.
