“La UAS ante su mayor reto: reingeniería con visión de futuro”

Fernanda Montes Romo.

La Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS) se encuentra en un punto de inflexión. El debate sobre la sostenibilidad de la jubilación dinámica no es un tema técnico más: es el corazón de la viabilidad institucional y del pacto de confianza que une a la universidad con sus trabajadores y con la sociedad sinaloense.
La propuesta de Reingeniería Integral presentada por el rector Jesús Madueña Molina plantea un rediseño profundo de la vida universitaria. No se trata únicamente de ajustar cuentas, sino de transformar de raíz la forma en que se administra, se financia y se organiza la UAS. Las medidas incluyen compactación de programas, ahorro en gastos administrativos, congelamiento de contrataciones y, sobre todo, la creación de un fideicomiso financiero con aportaciones graduales de activos y jubilados. Esta herramienta, acompañada de solicitudes de apoyo adicional al gobierno federal y estatal, busca garantizar que la jubilación dinámica siga siendo una realidad para las generaciones actuales y futuras.
El contexto es complejo. La universidad carga con un gasto multimillonario en pensiones que no tiene sustento en aportaciones y que amenaza con absorber cada vez más de su presupuesto operativo. Además, existe un rezago estructural en el reconocimiento de horas docentes, lo que limita su capacidad de expansión y mejora académica. Seguir por el mismo camino llevaría inevitablemente al colapso financiero o a la renuncia de derechos que constituyen conquistas históricas.
En este escenario, la decisión de impulsar una reingeniería no puede leerse solo en clave económica. Tiene un alto componente político. Los ajustes propuestos impactan directamente en la base trabajadora y jubilada, y es natural que generen resistencia. Aceptar recortes en prestaciones o aportaciones adicionales a un fideicomiso no es fácil para ninguna comunidad. Lo relevante es que tanto la rectoría como el sindicato y el propio gobierno estatal han optado por abrir el debate, asumir el costo y apostar por soluciones de largo plazo. En un entorno donde las decisiones suelen pensarse en clave electoral, esta postura refleja una visión distinta: la de priorizar la supervivencia de la institución sobre la popularidad inmediata.
Esa actitud merece una lectura cuidadosa. Por un lado, muestra liderazgo político, pues se privilegia el futuro común sobre los intereses individuales. Por otro, plantea una exigencia ética: la solidaridad intergeneracional. La idea central es que hoy los trabajadores y jubilados deben contribuir a sostener el sistema para que los jóvenes que mañana ocupen su lugar encuentren una universidad viva, fuerte y capaz de sostenerlos también. Se trata de sembrar reciprocidad: dar hoy lo que otros necesitarán mañana.
El reto es enorme. Para que el esfuerzo tenga éxito se requiere transparencia total en el manejo del fideicomiso, participación democrática en cada decisión y un acompañamiento real de los gobiernos federal y estatal, que deben asumir su corresponsabilidad con el sistema público de educación superior. La UAS no puede cargar sola con un problema que en realidad refleja fallas estructurales en el financiamiento de las universidades públicas en todo el país.
La reingeniería es, en última instancia, una apuesta de corazón y cálculo. Corazón, porque implica cuidar a la comunidad universitaria y su derecho histórico a un retiro digno. Cálculo, porque requiere disciplina financiera y decisiones difíciles que, de no tomarse, dejarían a la institución sin futuro.
La historia universitaria de Sinaloa recordará este momento como un cruce de caminos. De un lado, la tentación de aplazar las decisiones y seguir acumulando deudas. Del otro, la valentía de afrontar el problema, aunque cueste respaldo político en lo inmediato. Lo trascendente será que la UAS, lejos de rendirse a la inercia, decidió tomar las riendas de su destino.
Y ahí radica lo más esperanzador: si hoy se logra construir un pacto real entre autoridades, sindicatos, trabajadores, jubilados y gobiernos, no solo se estará resolviendo un problema financiero, se estará sembrando un ejemplo nacional de responsabilidad y madurez política. La UAS puede convertirse en la prueba de que la educación pública no se rinde, que se reinventa con dignidad y que siempre encontrará la manera de abrirle las puertas a las nuevas generaciones.
La universidad de Sinaloa nació para transformar vidas. Con esta reingeniería, puede asegurarse de que lo siga haciendo durante muchas décadas más.